Seguía caminando, ella dudaba de su capacidad de orientación, pero no se detuvo. Nunca fue fácil para ella recuperarse de una perdida, es más... siempre luchaba contra esas sensaciones, porque dolía, y dolía más saber que esta era una alucinación. No es que no le guste alucinar, pero ella ya no sabía si vivía entre la realidad creada bajo su perspectiva o en una ilusión constante de hechos macabros que no tenían razón de ser. Pero no le quedaba de otra, porque las probabilidades de despertarse del sueño eran tan improbables como el hecho de que Fausto Miño gane una gaviota de oro en Viña. Aún así, la eternidad y el cielo eran los limites que se había impuesto. ¿Por qué no decir que no habían limites?, porque era una mentira, su auto defensa la obligaba a protegerse de los males que ella imaginaba tener, se cuidaba de una acusación/situación que olía mal, y sabía que estaba cerca. Lo que trae otra pregunta sin responder, si esto estaba cerca y aún no llegaba... ¿Por qué protegerte?,...
Mi pascualina versión web. La gente siempre dice muchas cosas sobre mí, aquí podrás leer si son ciertas o no.