A lo largo de mi vida he tenido problemas con muchas personas, en parte porque tengo un carácter de mierda y en parte porque soy muy impulsiva, más cuando era joven, hablaba sin pensar, incluso a veces lo hago y me arrepiento después.
Anoche fue el cumpleaños de mi mejor amiga, la que quiero y me quiere, la que amo y me ama. 10 años de idas y venidas, de estar cuando me necesita, de estar cuando la necesito. Y qué extraña es la amistad, que a veces debes hacer cosas necesarias por esa persona y por ti, es una especie de negociación.
Me explico: Elizabeth tiene una mala costumbre, ser amiga de personas que yo odio/odiaba. El problema de eso es que a esas personas las veo todos los años, en sus cumpleaños. Y lo odio.
Ayer me topé con un viejo karma. Una persona de la que yo hablé mal, ella me respondió, nos odiabamos, en fin... Un drama entero. Así que me tomé una biela, me acerqué a esa persona y le dije: "Discúlpame, fui una inmadura... eres madre, te admiro por eso. Yo a duras penas puedo manejar mi vida".
Para mi sorpresa, esa persona me dio un abrazo, me dijo que "la cuenta estaba saldada" y se disculpó conmigo. Un gesto tan pequeño que me enseñó mucho.
Las disculpas, aunque sean después de años, valen la pena. Vale la pena siempre reconocer errores, vale la pena borrar el pasado y continuar... Ahora sé que cuando me tope con esa persona en otra situación, todo estará bien. Todo es cuestión de ceder.
Aquí viene la parte loca del relato: Hasta las 19H00 de ayer yo no iba a ir a la fiesta, pero ahora tengo una conciencia. Una conciencia que no me dice qué hacer, sino que me guía hacia lo correcto.
De ese tema les contaré luego... creo, o quizás no. No lo sé.
That's All.
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