No ha sido un mal 2013.
Considero que éste año me ha dado muchas cosas, he crecido profesionalmente, he logrado los objetivos laborales y estudiantiles que me propuse y estoy dominando bastante bien esa parte de mi vida.
Sin embargo, mi parte emocional es mucho más compleja.
Cachan que a veces, el ser humano tiende a irse por lo que quiere y no por lo que necesita, creyendo que los caprichos son idóneos. Y es ahí cuando te estrellas, porque el corazón es un hijueputa... Te juega malas pasadas, creyendo que tienes algo en las manos y no es así.
Quizás es una lección de vida, uno nunca debe querer cambiar lo que no se puede cambiar. Pero soy necia, me gusta luchar por imposibles, es algo innato en mí... Entonces, ¿Valió la pena?
Creo que sí, independientemente de que el resultado no haya sido el que yo quise y que mi idea de estabilidad sentimental sea una utopía con esa persona, creo firmemente que me ayudó a sentirme viva. Ilusionarme con cosas que imaginé y soñé me hizo despertar después de dos años de muerte lenta...
No me malinterpreten, no estoy siendo desagradecida, al contrario. La estabilidad que tenía antes era muy buena, pero me estaba matando. Nunca he sido muy buena para tener emociones lineales y la rutina me consumía... Esta otra, dígamos, experiencia, me despertó los sentidos.
Los sentidos que yo creí dormidos. Y aunque mañana no sé lo que ocurra, o pasado o quizás si lo sepa y me haga la cojuda, creo firmemente que he ganado, nuevamente, porque estoy viva... más viva de lo que algún día creí estar después de tanto tiempo.
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That's All.
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