Muchas veces he dicho en este blog, y en mi vida, que una de mis prioridades no es casarme, tampoco tener hijos.
Sin embargo, soy una eterna enamorada del amor. ¿No me creen?, no importa, pocos han llegado a creer que realmente soy así. Me gusta enamorarme, me gusta la sensación de estar en las nubes y sentir que de la mano de alguien lo puedo todo.
Una vez sentí eso, hace mucho, mucho tiempo. Hoy lo recordé, porque tuve una conversación sobre el amor con un amigo, él me decía que para casarte con alguien, debías llevarte bien, porque esa persona se vuelve una pareja de vida, para toda la vida. Deben resolver problemas juntos, de toda índole, ya sean económicos, sociales, sexuales, etc. Es verdad, pero tengo una teoría: creo que cuando hay amor se puede todo.
Sí, ya sé que me van a decir, bienvenida al Siglo XXI, donde el amor dura menos que un suspiro, pero yo no pierdo la esperanza de volver a enamorarme hasta los huesos de alguien, alguien que no solo comparta mis ideales, sino que también peleé conmigo, porque no todo tiene que ser como yo quiero. Alguien que comparta mis puntos de vista, pero que también debata. Alguien que me inspire a llegar a casa y abrazarlo, darle besos y acostarme a ver tele viendo películas y series.
No sé si esté lista para enamorarme nuevamente, pero disfruto la sensación. Disfruto la compañía sentimental de alguien... Ojo, compañía sentimental no igual a que sea mi solucionador de problemas, sino una persona que me escuche, me apoye y me brinde su hombro para llorar cuando algo salga mal.
Estoy demasiado cursi, esas conversaciones me hacen daño. Me hacen sacar cosas que están enterradas, para siempre en mi memoria.
That's All.
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