Ha pasado una semana desde que tomé una decisión importante.
Si me lo preguntaban hace un mes, lo creía imposible, pero lo cierto es que cambié de trabajo. Todos los detalles de ése suceso se los conté a los chicos de Como Pana Te Digo, así que no ahondaré más en el tema. Lo que sí les contaré es cómo me ha ido en esta semana.
No quería hablar más del tema hasta habituarme a mi nuevo trabajo, una persona muy especial me dijo que todos los problemas que hubiese tenido se harían a un lado para dar paso a nuevos propios de éste desafío que he emprendido. Yo no les diría "problemas" como tal, sino experiencias. Si hay algo que he aprendido en estos años es que las decisiones no son malas ni buenas, simplemente son experiencias y que lo bueno o malo depende únicamente de cómo se mire. Puedes ver el vaso medio lleno o medio vacío, tú decides.
Y en lo personal, creo que al verlo con cabeza fría, con las emociones a un lado, tomé la decisión correcta. Hasta ahora, no hay ni una sola persona que me haya dicho que me equivoqué, ni yo lo siento así. Así que creo que es momento de dejar ir y cerrar un ciclo oficialmente.
Emocionalmente, creo que estoy en la misma situación. Dejar ir. Apoyarme en los que quiero, que no son pocos, y sentirme libre. Lo que saco de esta experiencia es que me demostré a mí misma que puedo volver a querer a alguien, sentirme viva, emocionarme por alguien. Eso es algo que creí que en mí ya se había ido para siempre.
Ahora estoy luchando todos los días con los issues propios de mis decisiones, lo bueno es que no estoy sola. Mi mejor amigo ha estado ahí, en cada paso, recordándome que no soy Wonder Woman, que las cosas se superan a diario. "Un día a la vez" es algo que me repito todos los días y así voy saliendo... No ha sido tan traumático como yo creí, pero lo cierto es que a veces tus miedos te magnifican las cuestiones de formas que ni te imaginas. También es cierto que con la edad las cosas ya no duelen como solían doler, esa es otra de las ventajas de crecer.
En conclusión, los miedos te impiden hablar, decir lo que es, y a veces incluso te obligan a guardarte cosas por mucho tiempo que te van carcomiendo, como me ocurrió a mí. Así que otra de las lecciones que aprendí de esta experiencia es nunca callar lo que sientes, no es sano. El silencio es una zona de comfort emocional que te va comiendo poco a poco, todo se trata de enfrentarte a lo que eres, lo que sientes y así todo es más fácil.
La libertad es maravillosa.
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